Dentro de los universos fantásticos medievales existe una rama de la Magia llamada "Necromancia", que en resumidas cuentas es el método mágico de hacer resurgir a los muertos de sus tumbas. Revivirlos, y traerlos al mundo, para que continúen sembrando el caos... o porque no, desarrollando sus roles artísticos. Lo magos que usan dicha magia, los "nigromantes", por lo general son despreciados y temidos por todo lo que involucra lidiar con la muerte y alterar el orden natural de las cosas. Una analogía que encaja perfectamente en nuestro pequeño y limitado mundo real hoy.
Estamos en tiempos modernos, y algunos debates parecen sacados de novelas fantásticas del medioevo. Vivimos en la época en que la tecnología, queramos o no, forma una parte integral de nuestras vidas, y que con cierta mesura y control de nuestra parte (y de cientos de organismos que intentan decirnos que nos conviene para nuestras vidas) se va insertando cada vez más en nuestro día a día. Nos gustaría creer siempre que es para nuestro bien, aunque existen quienes piensan que es para mal, y se encargan de esparcir la semilla de la discordia a donde sea que vayan.
Vivimos en tiempos en los cuales podríamos ver resurgir de entre las bambalinas del olvido y la muerte a actores como Marlon Brando, Laurence Olivier, Paul Newman, Toshiro Mifune... que si bien siempre gozaremos del legado que nos dejaron en sus clásicos, existirán generaciones enteras que nunca registrarían siquiera sus nombres de pila por el solo hecho de "no ver películas viejas".
Hoy, gracias a la tecnología digital que día a día incrementa su potencial, a toda una generación le está sonando el nombre Peter Cushing. Star Wars marcó a una generación entera con el despliegue de aventuras y sensaciones en el pasado, y recientemente, de la mano de Disney al adquirir los derechos de Lucasfilm, se reinsertó en la vida de una nueva generación al mismo tiempo que continúa jugando con las emociones de "los más grandes".
Con el estreno de Rogue One, tanto grandes como chicos, disfrutamos de la re-aparición de varios personajes clave para la historia de la saga espacial, pero hubo dos en especial que generaron todo tipo de sentimientos, y por fuera de la película, controversia y discusiones.
Peter Cushing, que en la primera (LA PRIMERA) entrega de la saga interpretó al malvado Moff Tarkin, regresa digitalmente en esta nueva "secuela de las precuelas" de la saga. Con un trabajo que tomó nada más y nada menos que 18 meses de post-producción, los realizadores revivieron al actor que falleció en 1994 a la edad de 81 años, quien había dejado un legado un mas de 100 películas incluyendo su papel en Star Wars. Con el permiso de familiares y cumpliendo con todas las normas regulativas de diferentes actas y leyes que protegen los derechos de imagen y propiedad intelectual de los actores en Hollywood, los productores de Rogue One lograron darle vida al personaje con lujo de detalle, aunque para un ojo avisor, notablemente artificial.
Lo que no sucedió con otro personaje digitalizado que fue interpretado por la recientemente fallecida Carrie Fisher: la princesa Leia. Quizás otro equipo fue el encargado de trabajar en ella, o quizás el menor tiempo en pantalla no nos dio tiempo a notar imperfecciones, pero de lo que si estamos seguros es que su aparición tuvo todo el peso emocional buscado por los realizadores.
La recreación digital de actores no es algo nuevo, así como el debate por hacerlo tampoco lo es. La primer representación digitalizada de actores ya fallecidos se registra en un film animado de 1987 (Rendez-vous in Montreal) en el cual, usando la precaria tecnología que se poseía en ese momento, se representó las figuras de Marilyn Monroe y Humphrey Bogart en una historia extraña que fue más un experimento que otra cosa. Desde ese entonces, los intentos por representar actores fallecidos en la industria del cine y la publicidad no hizo más que crecer y evolucionar hasta hoy. Sus detractores, incluyendo el sindicato de actores de Hollywood, también fueron creciendo en peso y evolucionando sus fundamentaciones creando todo tipo de "leyes de protección" y tratados para evitar la proliferación de la práctica digital.
Otras representaciones digitales famosas de actores (no necesariamente muertos!):
. Paul Walker en Rápido y Furioso 7: luego de su triste deceso, algunas escenas fueron terminadas con modelado digital del actor.
. Brandon Lee: el actor, quien murió en el set de filmación de la película "El Cuervo", fue insertado digitalmente para algunas escenas finales del filme.
. Robert Patrick: casi el 50% de su aparición en pantalla en "Terminator 2" fue por parte de un "clon digital".
. Jeff Bridges: de quien vemos una versión 30 años más joven en la película "Tron Legacy".
. Angelina Jolie: representada completamente en 3D con todas sus facciones en la película animada "Beowulf".
Dentro de los temores, quizás reales, de los diferentes frentes opositores a esta práctica, se puede mencionar al control de la imagen de cada actor. Por ejemplo, se teme que a alguien de la investidura de Marlon Brando, se lo haga intepretar a un drogadicto proxeneta, lo cual estaría inmensamente alejado de los papeles que el actor aceptaba interpretar, y eso creen generaría una imágen negativa de la personalidad de Brando. También se llegó a alegar que la facilidad de crear actores digitales pondría a los actores reales en precariedad de condiciones a la hora de negociar contratos con los estudios, ya que estos últimos ante cualquier negativa del actor, podrían reemplazarlo "con solo apretar un par de botones en la computadora", lo cual está bastante alejado de la realidad.
Hoy por hoy, la recreación digital de actores requiere de arduas tratativas, procesos y contratos, por los cuales los negadores de los avances tecnológicos pueden descansar tranquilos. Es casi más caro realizar una representación digital de un actor (más aún si está fallecido) que pagarle a un actor real. Por ende, esta "nigromancia" tecnológica no va a ser la standard pronto, amén de que a la tecnología le falta un poco más para ser indistinguile al poner un modelo CGI al lado de un actor humano.