Las redes sociales y la tecnología hacen que el amor y las relaciones que se viven sean llevados con más facilidad, ya que ayudan a encubrir la personalidad y a medir impulsos, entre otros factores.
En un comunicado, la psicoanalista y especialista en terapia de pareja: Doris Soberanis, explicó que las redes sociales y la tecnología transformaron el amor de pareja facilitando la interacción a través del ocultamiento o máscara de la personalidad. Este hecho, conduce a que el trato sea percibido como más manejable y menos hostil que el existente en la interacción cara a cara.
Además manifestó que las redes permiten que cada individuo conserve sus espacios individuales como también que ayudan a exteriorizar y mediar impulsos, emociones y ansiedades propias de una relación de pareja.
“Las redes sociales y la tecnología han permitido el despliegue de fantasías, deseos y anhelos que los individuos buscan en la expectativa de ideología de pareja, disponiendo de un espacio para conocerse sin presiones sociales”, dijo.
Por otra parte agregó que el amor por medio de las redes provoca un efecto de no vinculación, lo que resulta beneficioso para ciertas personas.
“El desconectarse y el no compromiso ayudan a la ruptura a voluntad, por más que no eviten el riesgo, sino que se cae en la angustia resultado de la ambivalencia de la modernidad líquida”, afirmó.
También indicó que las relaciones de parejas no funcionaron siempre del mismo modo, ya que han ido cambiando con el transcurso del tiempo producto de transformaciones sociales y culturales.
Con respecto a esto la psicoanalista manifestó que se ha logrado una conexión entre países desarrollados y en vías de desarrollo y la transmisión constante de mensajes, que llevan a cambios en los típicos roles establecidos culturalmente.
Todos estos cambios permiten que existan encuentros de parejas donde las partes consiguen mayor libertad personal y una elección más consciente de la pareja, pero conlleva a que se piensen de manera más individual y busquen su propio crecimiento económico, laboral y/o profesional, manteniendo una vida en común con negociaciones y acuerdos.
Lo malo de todo esto, es que se ponen de manifiesto síntomas de dependencia emocional y física, impulsividad y falta de control que se reflejan en altos niveles de tristeza y ansiedad.
“Algunas parejas se centran en el narcisismo, en la grandiosidad del sí mismo, por lo que existe falta de realismo”, comentó.
Para concluir aseguró que los roles convencionales de mujer sumisa, dedicada al hogar y crianza de los niños y del hombre proveedor, fuerte y monogámico están sucumbiendo, debido a que en estas épocas lo que prevalecen son las ideas de igualdad de derechos, libertad e individualidad.