Adherir al propio cuerpo dispositivos electrónicos que potencian, mejoran o agregan cualidades físicas ¿Ciencia ficción o realidad? Los superhéroes de los cómics de Marvel y DC están de moda y parecen emerger de sus mundos de fantasía para cobrar vida en comunidades dispuestas a soportar dolor y grandes riesgos de salud para lograr “hackear” su humanidad.
“Pasión y ciencia ciudadana” –dicen sus mentores- son los móviles que impulsan estas controversiales prácticas. Lo seguro es que hasta el momento no cuentan con el apoyo de la ciencia médica ni con el trabajo de investigadores tradicionales. Tampoco podemos decir que hayan seducido a los gigantes desarrolladores de tecnología en el mundo, sin embargo provocan curiosidad y suman cada vez más adeptos a quienes tienen años apostando a este tipo de implantes tecnológicos.
La empresa de biotecnología denominada Grindhouse Wetware ha realizado un lanzamiento destinado a “biohackers”, consiste en un dispositivo de silicona con cinco luces LED que se implanta en el antebrazo de una persona y que se enciende al acercar un imán, provocando así una luz intermitente por diez segundos. El objeto: iluminar tatuajes desde bajo la piel o crear un efecto de bioluminiscencia pretendiendo imitar las luces que producen algunos animales en forma natural.
¿Una moda peligrosa? El proceso de implantación es rápido, pero claramente invasivo, implica provocar un corte de bisturí en el brazo del interesado para realizar la inserción del dispositivo que tiene el diámetro de una moneda y casi un centímetro de grosor.
Más allá de exponer públicamente que el procedimiento se realiza en condiciones de esterilidad e higiene y utilizando instrumental adecuado, la intervención no la realiza un profesional de la salud por lo tanto no hay garantías sobre eventuales consecuencias médicas colaterales. Lo que sí es seguro es que habrá daño permanente a la piel.
El dispositivo se enciende aproximadamente 10.000 veces y las baterías no se pueden reemplazar por lo que se debe extraer una vez agotado su uso de la misma forma en que fue implantado, quirúrgicamente.
El Northstar V1, nombre que lleva el dispositivo LED, pretende ser comercializado en poco tiempo a través de comercios donde se realizan tatuajes en todo el mundo.
Existen también otros desarrollos promovidos por esta particular comunidad basados en la concepción de modificar condiciones físicas en la búsqueda de capacidades especiales, a veces flagelando el cuerpo y arriesgando la vida para lograrlo. Son algunos famosos ejemplos la utilización de cloro e6 aplicado en los ojos de biohackers que buscan “ver en la oscuridad”, o el implante de imanes y chips intradérmicos en la zona de los oídos para “incrementar la normal capacidad de audición”, estos procedimientos suelen terminar con daños importantes a la salud, muchas veces irreversibles.
La gente de Grindhouse Wetware reconoce que aún tiene un largo camino para poder “…transformar la ciencia ficción en realidad”, claramente los conflictos éticos que produce semejante proyecto expulsan a los científicos evitando que se pueda avanzar a corto plazo en desarrollos seguros y de calidad. Por ahora todo sigue en manos de voluntariosos (y arriesgados) tatuadores y perforadores de mucha experiencia.
La expectativa que tienen en la compañía es la de reemplazar a futuro la aún emergente, y muy exitosa, industria de la tecnología portátil buscando que el propio cuerpo humano cargue las herramientas tecnológicas cada vez más imprescindibles para todos ¿Será posible?